Olores
El olfato es uno de los primeros sentidos que nos hace conocer la realidad que nos rodea cuando nacemos y asi si recordamos y nos remontamos a nuestra primera infancia acudirán como en tromba toda una serie de olores. como el olor que experimentábamos al despertar, mezcla de las primeras tostadas y el humeante tazón de café.
El olor a jabón “heno de pravia” de las abluciones mañaneras daba paso cuando abríamos la cartera al de los lápices, la goma y el famoso pegamento “imedio” que servia para casi todo, la llegada al colegio se nos anunciaba por los olores a madera de los pupitres, la tinta, la tiza de la pizarra y el olor que desprendían algunos compañeros de cuyos nombres si que se ha olvidado la memoria.
Hay un olor de mi infancia que impregna mi recuerdo y del que nunca me olvido, es el olor a medicina que desprendía el consultorio de Don Fulano ,al que todos alguna vez visitábamos con recelo y temor por las inevitables inyecciones de penicilina que el doctor prescribía y de las que nuestro trasero daba buena cuenta durante algunas semanas .
El olor a la comida de nuestra madre persiste siempre a lo largo de nuestra vida y nos sirve de referente para comparar con los nuevos gustos culinarios que vamos añadiendo a nuestro recordatorio olfativo. ¡ cuan diferente del olor a frito requemado de las residencias de estudiantes! ,
Identificamos a nuestra amada por el olor peculiar que desprende fruto de sus feromonas y los perfumes que también saben manejar y tanto agudizan nuestros sentidos.
Cada ciudad es un variado y rico repertorio de olores y asi podemos percibir el olor a salitre, si es costera, a tierra mojada en invierno, ha humo de coches, de fabricas o a cañerías y basuras. El olor que desprende la muerte no tiene parangón, es penetrante, dulzón, lo impregna todo recorre nuestro cerebro y nos anuncia el final.
Marques del Titán
El olor a jabón “heno de pravia” de las abluciones mañaneras daba paso cuando abríamos la cartera al de los lápices, la goma y el famoso pegamento “imedio” que servia para casi todo, la llegada al colegio se nos anunciaba por los olores a madera de los pupitres, la tinta, la tiza de la pizarra y el olor que desprendían algunos compañeros de cuyos nombres si que se ha olvidado la memoria.
Hay un olor de mi infancia que impregna mi recuerdo y del que nunca me olvido, es el olor a medicina que desprendía el consultorio de Don Fulano ,al que todos alguna vez visitábamos con recelo y temor por las inevitables inyecciones de penicilina que el doctor prescribía y de las que nuestro trasero daba buena cuenta durante algunas semanas .
El olor a la comida de nuestra madre persiste siempre a lo largo de nuestra vida y nos sirve de referente para comparar con los nuevos gustos culinarios que vamos añadiendo a nuestro recordatorio olfativo. ¡ cuan diferente del olor a frito requemado de las residencias de estudiantes! ,
Identificamos a nuestra amada por el olor peculiar que desprende fruto de sus feromonas y los perfumes que también saben manejar y tanto agudizan nuestros sentidos.
Cada ciudad es un variado y rico repertorio de olores y asi podemos percibir el olor a salitre, si es costera, a tierra mojada en invierno, ha humo de coches, de fabricas o a cañerías y basuras. El olor que desprende la muerte no tiene parangón, es penetrante, dulzón, lo impregna todo recorre nuestro cerebro y nos anuncia el final.
Marques del Titán
1 comentario:
Yo tambien te puedo hablar de olores. Cuando operé a mi pequeña, guardé su ropa usada para poderla oler y asi tenerla cerca el tiempo q no la tuve conmigo. Antes me daba vergüenza reconocerlo, ahora me enorgullece.
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